“Abatidos en enfrentamiento”: Coartada militar y complicidad mediática

Alberto y Marta Norma Mamani declararon en forma remota durante la doceava audiencia del juicio Diedrichs-Herrera. Este miércoles, desde Buenos Aires, los hermanos de Olga Yolanda Mamani y cuñados de Luis Eduardo Torres, detallaron lo que sucedió antes, durante y después de su desaparición. Sus testimonios pusieron al descubierto la complicidad mediática con la dictadura cívico-militar y la estrategia de los oficiales para legalizar sus homicidios.

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Alberto y Marta Mamani, testigos en el juicio Diedrichs-Herrera.

Olga y Luis se conocieron en el año 1973 y dos años después se casaron. Ella, estudiante de Medicina en la Universidad Nacional de Córdoba y él, estudiante de Agronomía en la misma casa de estudios. No solo compartían un amor inmenso el uno por el otro, sino también un ideal político característico de los jóvenes en esa época. 

Según recuerda su hermana Marta, quien estudiaba medicina con ella, Olga había militado en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Luis tenía participación estudiantil en el centro de estudiantes de su Facultad y también militaba en ‘El Obrero’. Sin embargo, para el 30 de junio de 1976, cuando fueron secuestrados de su casa ubicada en Barrio General Bustos de la ciudad de Córdoba, ambos ya no militaban.

Olga Yolanda Mamani y Luis Eduardo Torres.

“Había mucho temor a lo que nos pudiera pasar y con mucha presión de ella, de la familia, y el poco tenor militante consistente en nosotras, dejamos de ver a los compañeros”, recuerda su hermana Marta. Pero agrega que “ese no fue motivo para que dejemos de ir a las manifestaciones. Todo el barrio escuchaba junto con nosotras la música que estaba prohibida en ese momento”.

Pocos días después de aquella madrugada de junio en que se los llevaron, a ella con 24 años y a él con 22, el papá de Luis le avisa a los hermanos Mamani que su hijo no iba “hace dos o tres días a su trabajo” –en ese momento trabajaba junto a su padre en el Ferrocarril Gral. Belgrano–. Alberto y Marta recuerdan haber estado preocupados también porque ellos “no solían desaparecer por varios días”. 

Los padres de Luis decidieron ir a su casa para verificar qué sucedía. Pero se encontraron con el peor de los escenarios. “Nos contó compungido y aterrado que al llegar al domicilio de los chicos encontraron el departamento todo alterado, dado vuelta, revisado, habían dejado un perrito que se llamaba Gastón que lo habían dejado encerrado”, detalla Alberto durante su testimonio. 

Alberto Mamani, testigo en el juicio Diedrichs-Herrera.

Si bien en su mayoría tenían miedo y no querían hablar, los vecinos del matrimonio secuestrado contaron lo que había pasado en la madrugada del 30 en el barrio. “Dijeron que habían llegado unos camiones y había gente arriba del techo. Dijeron también que eran del ejército”, agrega Alberto. 

A su tiempo, Marta sigue detallando: “Pasaron departamento por departamento a pedir identificaciones y a los chicos se lo llevaron. Un vecino le contó al papá de Luisito que mientras se llevaban a Olga ella decía: «¿Por qué a nosotros?» y mi cuñado Luis le respondía: «No te preocupes Negrita, ya vamos a volver». Y no volvieron nunca”.

La complicidad de La Voz del Interior 

Así comenzó una búsqueda frenética por diferentes instituciones policiales y militares que terminó el 6 de julio, cuando a los hermanos Mamani le tocan la puerta de su casa. “Era un señor que sabía de nuestra búsqueda y, con la cara desencajada, nos transmitió lo que acababa de escuchar”. Se trataba de un comunicado del Tercer Cuerpo de Ejército publicado en forma de noticia periodística en el diario La Voz del Interior. 

Marta Norma Mamani, testigo en el juicio Diedrichs-Herrera.

“Decía que un móvil de la Policía Federal había interceptado a un Fiat en el que iban tres personas, entre ellas Manuel José Campos a quien nunca conocimos, junto con mi hermana Olga y mi cuñado Luis, abatidos en un enfrentamiento en la Ciudad Universitaria”. Así lo relató Marta en su testimonio, y así también lo ratificó Alberto ante la consulta del Fiscal Carlos Hairabedian. 

Después de horas averiguando dónde estaban, la familia Mamani y la familia Torres debieron ir a reconocer sus cuerpos a la morgue del Hospital Córdoba. Se hicieron presentes Alberto, el hermano de Olga, el padre de Luis y Hugo Torres, primo del desaparecido y estudiante avanzado de medicina. “Este muchacho que era médico ingresó. No nos iba a mentir. Cuando sale desolado y llorando dice ‘sí están. Son ellos. Están muertos”, declara Alberto.

Olga Yolanda Mamani y Luis Eduardo Torres.

Marta agrega: “Hugo dijo, según me contó mi viejo, que los cuerpos no solo estaban acribillados, sino que tenían huellas de tortura. Tal vez también de picana eléctrica. Y que el cuerpo de Luisito tenía un brazo luxado, fuera de lugar. Además, estaban entrando en estado de descomposición. Para que un cuerpo entre en ese estado tiene que haber pasado entre 36 a 48 horas”. 

La Justicia autorizó la entrega de los cuerpos “con la condición que fuera a cajón cerrado para que no haya ningún tipo de escena o que alguien los pueda reconocer”, relata Alberto, y ambos coinciden en que fue la última vez que estuvieron cerca de su hermana y su cuñado. 

“Seguramente a nuestros chicos los torturaron vilmente y, si no se murieron en la tortura, después los acribillaron para hacerlos pasar que murieron en un enfrentamiento” 

Desde que comenzaron los juicios de Lesa Humanidad en Argentina, fueron miles las víctimas y los familiares de desaparecidos que testificaron sobre estas muertes atribuidas a ‘enfrentamientos’ durante el terrorismo de Estado. De estos procesos, que no fueron pocos, surgió la verdad de cómo se inventaban batallas para justificar masacres y cómo los medios masivos de comunicación eran cómplices de los mismos. 

 

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