Juicio «Contraofensiva Montonera»: El derecho a la resistencia

En memoria de Chola, Nicolasa Zárate de Salamone, nuestra querida vieja, mi vieja, que murió sin encontrar Justicia para su amada hija Negra.

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Familiares levantan pancartas con fotos de sus seres queridos y los acusados se retiran (Gustavo Molfino/DDJ).

*Por Ana Salamone

“Acá hay que hacer una interpelación al silencio, al silencio que nos ha inundado y nos ha marcado tanto. No sólo como familiares, no sólo como víctimas, no sólo como sobrevivientes sino también como Nación. Pensamos que en algún momento alguien debería tratar de interrumpir ese silencio. Alguna voz debería levantarse para que esto que siempre hablamos de la Memoria, la Verdad y la Justicia sea una cuestión efectiva. Por la salud de nosotros, de todos los implicados, porque esto no deja de horadar y horada en todos los sentidos”.

De esta manera finalicé mi testimonio en la audiencia del 4 de junio de 2019 en el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 4 de San Martín (Provincia de Buenos Aires) en la Causa Contraofensiva Montonera 79/80. Había sido un camino muy lento y difícil llegar hasta allí. Primero fue la más despiadada falta de información.

La incansable búsqueda

Del secuestro y la desaparición de mi hermana Negra, nuestra amada Ángela Alicia Salamone, nada logramos saber en años y años de búsqueda. Supimos de su exilio después de iniciado el golpe cívico militar junto a la familia de su esposo, Deodoro Roca. Supimos de su separación de él al poco tiempo de llegar a España, dónde quedó radicada la familia de Deodoro.

La Negra y su pequeño hijo Santiago estaban en situación de clandestinidad desde antes del 24 de marzo de 1976. Ella había sido detenida mientras realizaba una pintada callejera durante el golpe de Lacabanne, que derrocó en Córdoba al gobierno provincial constitucional de Ricardo Obregón Cano y Atilio López, en 1974.

Por su avanzado estado de gravidez, su suegro, el abogado defensor de derechos humanos, Gustavo Roca, había logrado su rápida libertad. Pero también fue muy rápida la orden de captura emitida por el entonces Jefe de Policía de Córdoba, García Rey, y su libertad sólo se sostuvo permaneciendo oculta en domicilios de compañeros solidarios. En esas condiciones nació Santiago, el 27 de febrero de 1975.

También supimos a través de emotivas cartas y fotos que nos enviara desde su exilio en Cuba, cómo iba creciendo Santiago, a quien ella llamaba amorosamente Petete. Recibimos una última carta con fecha del 3 de Junio de 1979.Luego el dolor del silencio y la angustia de no saber, años sin saber.

Contraofensiva Montonera

Nos enteramos por compañeros y familiares que había participado de la Contraofensiva Montonera y durante años supusimos que había sido secuestrada en Clorinda (Formosa) al intentar retornar al país. En un intento desesperado por información, en 2008 hago circular un correo electrónico con un par de fotos de la Negra Eva y una pregunta estremecida: ¿Alguien me puede ayudar a reconstruir esta historia?

Una columna de Montoneros va camino al aeropuerto a recibir a Juan Domingo Perón, el 20 de junio de 1973, el día de la trágica masacre de Ezeiza.

Recibo múltiples respuestas, pero la más relevante es la de una historiadora de Misiones, Yolanda Urquiza, quien me cuenta que en Misiones se disponía información de que la Negra Eva había sido detenida desaparecida en Posadas, el 28 de agosto de 1979. Que su nombre figuraba en una lista y que ella lo había plasmado en un libro con sus investigaciones.

A finales de 2013, y durante el proceso de recuperación de los restos de mi otra hermana desaparecida, Nilda Susana Salamone, nos enteramos a través del Equipo Argentino de Antropología Forense, que tenían presunción de que la detenida que aparecía en un documento de inteligencia paraguaya, llamada Montero Díaz, podría tratarse de la compañera Negra Eva, o miliciana Eva, o sea nuestra querida Angela Alicia.

Había sido detenida mientras intentaba ingresar al país, un aparato de interferencia de TV. También estaba la fotografía que el valioso compañero Luis Basterra había sacado en la ESMA, lugar dónde él estaba detenido y donde la Negra Eva, o la miliciana Eva encabezaba una lista.

Compañera Negra Eva

Por esos años yo ya formaba parte del grupo que de compañeros y compañeras que nos habíamos constituido como querellantes en la llamada “Causa Contraofensiva montonera 79/80”, sin claridades históricas, sin hechos certeros a enunciar, sólo con el deseo de Memoria, Verdad y Justicia.

La causa se tramitó durante muchos años de Instrucción en el Juzgado Federal y Correccional Nº 2 de San Martín. Allí declaré por primera vez, con Pablo Llonto, nuestro abogado, a mi lado, apoyando, conteniendo, haciéndonos sentir que se estaba construyendo un colectivo militante.

Ese colectivo se fue alimentando día a día. Los compañeros y compañeras, hijos e hijas, esposas y esposos, hermanos y hermanas, padres y madres, víctimas y sobrevivientes trabajando sin respiro. Analizando y desclasificando documentos, uniendo cual rompecabezas relatos e historias. Les vi trabajar con esfuerzo y seriedad militante.

Los familiares de las 94 víctimas levantan las fotos de sus seres queridos (Maximiliano Luna).

Así se llegó por fin al anhelado Juicio oral después de años de trabajo con seis imputados, a quienes se los acusa de privación ilegal de la libertad, tormentos y homicidios de 94 personas entre 1979/1980.

Ellos son: Jorge Apa (Jefe de la División Inteligencia Subversiva Terrorista, dependiente de la Jefatura II de Inteligencia del Estado Mayor General del Ejército), Roberto Dambrosi (Ex jefe de la compañía de Actividades Psicológicas del Batallón 601 de Inteligencia), Juan Firpo (ex Jefe de la Central Contrainteligencia y Jefe de la División Seguridad del Batallón de Inteligencia 601), Jorge Bano (integrante de la Sección Operaciones Especiales (SOE) de la Guarnición Campo de Mayo), Eduardo Ascheri (otro integrante de la SOE) y Marcelo Cinto Corteaux (Jefe de Actividades especiales de Inteligencia y Contrainteligencia del Destacamento de Inteligencia 201).

La estructura de inteligencia

La estrategia represiva desarrollada por el aparato de Inteligencia del Ejército era clara: los compañeros y compañeras participantes del movimiento de la Contraofensiva Montonera durante los años 79/80, ya sea que ingresaran al país desde el extranjero, o que resistieran a la dictadura desde el interior del país eran secuestrados y trasladados a Campo de Mayo. Allí continuarían sus tormentos y decidirían sobre su final, lo cuál nunca hasta el día de hoy han revelado.

El 26 de septiembre de 2019 declaró en la causa Santiago Roca, único hijo de mi hermana Negra. Relató al tribunal que cuando su mamá tomó la decisión política de retornar a la Argentina, él permaneció con su abuela paterna en España hasta encontrarse con su padre Deodoro en Estados Unidos. Además contó cómo debió crecer en la clandestinidad, por no contar con la autorización de su mamá para cruzar fronteras, problema que sólo fue resuelto años después con el juicio de presunción de fallecimiento.

Habló de la necesidad de realizar un duelo y de cómo la ausencia de un cuerpo, o sea lidiar con la desaparición se lo impedía. Que esa era su expectativa: llegar a recuperar los restos de su madre para poder efectuar ese duelo. También se refirió a ella, a su integridad y valentía. Dijo que no aguantó vivir en un país a salvo cuándo en la Argentina se estaba llevando a cabo el genocidio. Expresó la necesidad de su madre de hacer valer su derecho a la resistencia y citó a Thomas Jefferson: “Cuando la tiranía se transforma en ley, la rebelión es un deber”.

Las declaraciones de Liliana Lanari, y de su marido Ricardo Mansilla, ambos sobrevivientes e integrantes de la TEA (Tropas Especiales de Agitación) que integraba mi hermana; Ricardo Santilli (Teniente Pablo), responsable de la TEA, y su compañera, María Rosa Argüello, testimonian sobre la detención de Ángela en la Aduana de Posadas, el 28 de agosto de 1979, mientras portaba un aparato de interferencia de señal de TV.

De las más de 60 audiencias participamos todes: testigos, familiares, público en general. La sala de audiencias siempre estuvo colmada de recuerdos, abrazos, miradas continentes y manos en alto levantando fotos. De muchas de ellas participó mi hermana Silvia Salamone.

En las últimas semanas del año 2020, y luego de haber terminado los testimonios, la fiscalía del Ministerio Público presentó un alegato impecable. Allí la fiscal Gabriela Sosti recorrió caso por caso, huella por huella, relato por relato de manera meticulosa y concluyó en el pedido de prisión perpetua para los seis genocidas.

Resistencia al genocidio

El 4 de febrero de 2021, nuestro abogado querellante, Pablo Llonto, comenzó su alegato, que se extenderá al menos durante todo el mes. Con gran capacidad de interpelar a la historia y a la Justicia dijo que “esta sentencia será mirada por todo el país, porque juzga a toda la estructura de Inteligencia del Estado” y que “los servicios de Inteligencia fueron el nervio motor que accionó el terrorismo de Estado. Este Juicio es el más importante después del Juicio a las Juntas”.

El abogado querellante y periodista Pablo Llonto, en una de las audiencias del juicio (Fabiana Montenegro/DDJ).

“Esta Justicia debe mirar para atrás para poder mirar hacia adelante”, expresó Llonto, alegando a la responsabilidad histórica que tiene este Tribunal en sus manos.
La defensa define a la Contraofensiva Montonera como al conjunto de acciones desarrolladas no sólo por quienes decidieron retornar al país, sino también de quienes estando dentro tomaron la decisión política de ofrecer resistencia al genocidio.

“En esa época, América Latina estaba plagada de golpes de Estado y dictaduras cívico militares, y la militancia montonera no era otra cosa que la expresión de decenas de movimientos de resistencia que luchaban en cada país de Latinoamérica contra esas dictaduras por el regreso a la democracia. Este contexto no debe ser ignorado”, afirmó.

Resaltó el derecho a la resistencia, la clandestinidad como una forma de supervivencia en el marco del terrorismo de Estado y destacó que bajo tortura, “lo importante no son los datos sino la crueldad”. Resistencia política y resistencia sindical de miles de trabajadores y trabajadoras que se oponían al plan económico de la dictadura que potenciaba a los grupos concentrados en la Argentina. “Montoneros asume formar parte de esa resistencia, y la responsabilidad que toma un militante cuando sabe que en su país hay compañeros que están cayendo”, dijo.

Existió como enunció en su declaración el compañero Daniel Cabezas, una “familia montonera” y una “identidad montonera: hombres y mujeres que tenían el coraje y anhelaban la épica de construir con sus propias manos, una nueva sociedad, un nuevo cielo y una nueva tierra”.

Para concluir, quiero expresar que este juicio ha significado para muchos de nosotros y nosotras, una visión histórica de reivindicación de luchas y resistencias. La Contraofensiva Montonera fue el derecho de un pueblo a resistir a la opresión genocida, al plan sistemático de exterminio y dominación.

Permítanme el orgullo de pertenecer a una familia de padres y madres, hijos e hijas, hermanos y hermanas, esposos y esposas que construyeron un colectivo militante que vino a alzar la voz por aquellos y aquellas que dejaron sin voz, pero se multiplicaron en cientos de voces por la Memoria, la Verdad y la Justicia.