Los primeros testigos brindaron testimonios emotivos y contundentes

En la tercera audiencia declararon los primeros cuatro testigos. Norma Julia Soulier y Sebastián Soulier de manera presencial en el recinto, mientras que Jorge Arias y María Livia Cuello lo hicieron de forma remota. Además, Facundo Trotta fue designado en la causa por parte del Procurador General de la Nación como Auxiliar Fiscal de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad.

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Julia Soulier y Sebastián Soulier fueron los primeros testigos que declararon en el juicio, luego de una espera de más de 40 años.

La jornada comienza con una noticia imprevista: El reconocido fiscal Facundo Trotta pide la palabra para anunciar al Tribunal su designación –por parte del Procurador General de la Nación– como Auxiliar Fiscal de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad. Trotta se desempeñó como Fiscal en la reciente Megacausa La Perla por lo que sus aportes serán cruciales en lo que resta del juicio Diedrichs-Herrera.

La primera testigo fue Norma Julia Soulier, tras 44 años de dolor, injusticias y silencios pudo brindar su experiencia sobre los hechos ocurridos en agosto de 1976 fecha en que se llevaron a sus hermanos, Luis Roberto, Juan Carlos, su cuñada Adriana María Ríos, su sobrino Sebastián y su compañero Miguel Ángel Arias. 

Julia actualmente es directora del Espacio para la Memoria La Perla. Tenía 15 años cuando le tocó vivenciar tres allanamientos en su casa, siendo ella misma sometida a tortura por parte de las fuerzas represivas. “Me apuntaron para entrar, luego me golpearon fuerte la cabeza, me llevaron a mi habitación mientras me sacudían y me exigían que le entregue a mi hermano” en sus palabras se exteriorizan las violencias padecidas. 

Con mucha precisión y detalle pudo expresar el horror padecido por aquellos días reconstruyendo diálogos y hechos relevantes para la causa. En varias oportunidades relató las amenazas que recibía para que entregará datos sobre sus familiares. “Decile a tu hermano que lo estoy buscando y lo voy a encontrar”, “voy por tu hermano y vuelvo por vos” recordó.

Sebastián y Julia Soulier, primeros testigos del juicio Diedrichs-Herrera.

Uno de los aportes más valiosos fue su relato sobre la extorsión por dinero a cambio de información a la que fueron sometidos sus padres. “El dinero es para mejorar el lugar donde están sus hijos y hacer mejoras” mentían los represores llevando información falsa y sembrando expectativas con el dolor de una familia. 

En el cierre de su testimonio se dirigió a los imputados. “A nosotros el tiempo no se nos acaba, la lucha por Verdad, Memoria y Justicia sigue de generación en generación. Vamos a seguir buscando los restos de los desaparecidos, los 30 mil se multiplican en las marchas, en las denuncias, y en los reclamos hasta lograr que la sociedad argentina goce de un Estado más justo y garantista”. 

Ausencias y presencias

Luego fue el turno de Sebastian Soulier. En un testimonio cargado de emotividad pudo poner palabras el tormento vivido al haber sido secuestrado siendo un bebé de tan solo cinco meses. Los relatos que voy a construir es un poco el rompecabezas que con el paso de los años pude ir armando con el relato de mis hermanos, mis tíos y mis abuelos” señaló.

Sebastián destacó la “increíble búsqueda” que llevaron a cabo sus abuelos por recuperar a su madre, a su padre y a su tío, y los momentos incómodos cuando debía ocultar la verdad de lo que había pasado durante muchos años por peligro y temor. “Durante un montón de años no había que decir nada, fueron tiempos difíciles porque tampoco hubo respuesta del Estado, ni en esa búsqueda ni en el reclamo de justicia”. 

Expresó con dolor que “la ausencia es permanente”, y que cuando era pequeño “cada vez que sonaba la puerta salía corriendo pensando que eran ellos, a pesar de que mi tío ya me había dicho que estaban muertos”. 

Su ingreso a la agrupación HIJOS fue un momento determinante en su vida. “Aprendimos de las viejas que en el 78 empezaron a marchar en círculo. Aprendimos a ser perseverantes, a no bajar los brazos, a exigirle al Estado”. Las ausencias que lo habían marcaron comenzaron a mezclarse con la presencia y el amor de sus compañeros de militancia. “Estoy orgulloso de mis viejos, de mi familia y mis compañeros por eso entro acá sonriendo” dijo emocionado. 

En el cierre de su testimonio, se refirió a los juicios como “fundamentales para marcar el legado del Nunca Más”, y que si bien son reparadores “llegaron tarde”. Terminó manifestando su orgullo de poder brindar testimonio en un proceso histórico tan importante para la historia de nuestro país. “Somos la alegría y la vida, ganándole a la muerte y a la tristeza” cerró.

El tribunal se apresta a presidir la tercera audiencia.

Juventud y militancia política 

Adriana María Ríos, Miguel Ángel Arias, Luis Roberto y Juan Carlos Soluier compartían y formaban parte de la misma organización: Fuerzas Armadas de Liberación (FAL 22).

Finalmente, brindaron testimonio Jorge Arias y María Livia Cuello a través de teleconferencia. Primero lo hizo Jorge, hermano de Miguel Ángel Arias, conocido como “Coqui”, quien fue secuestrado en junio de 1976 de su propia casa por las fuerzas represivas 

Jorge tenía 12 años cuando irrumpieron en la habitación en la que dormían y se llevaron a su hermano. “Esa noche mi hermano les preguntaba quiénes eran, mientras rompían todo, lo escuchaba como amordazado y él seguía preguntando quienes eran, a donde lo llevaban” recordó. “Cuando me levanto, prendo la luz y no estaba, levanto la persiana y no me contestaba”. 

Relató que sus padres llegaron a contactarse con altos funcionarios políticos y religiosos como Raúl Primatesta o César Araoz, pero no quisieron darle respuestas. Explicó que a su hermano “se lo llevaron fuerzas conjuntas militares y policías”. 

“No hay día que no nos acordemos de mi hermano, pero lo recordamos con orgullo. La dictadura le cortó la vida con sólo 19 años”, expresó.

En el cierre de su testimonio hizo referencia al sufrimiento atravesado por su familia durante muchos años ante la estigmatización social por ser parientes de un desaparecido, “la gente nos miraba como sapos de otro pozo, por suerte eso con el tiempo cambió, las Madres nos enseñaron que no teníamos que tener vergüenza y el tiempo nos dio la razón. Hoy nos sentimos orgullosos”.

Para culminar la ronda, María Livia Cuello, conocida como “Beba”, se sentó con su pañuelo blanco en la cabeza frente a la cámara para ofrecer su testimonio. 

–¿Cómo está Beba?–, le preguntó la abogada querellante Lyllan Luque.

–Con mucha esperanza–, respondió.

Con 91 años pidió saber dónde está su hijo “para poder llevarle flores y dejar de padecer tanto sufrimiento”. Exigió justicia y el esclarecimiento de los hechos a 44 años de la última dictadura cívico-militar. 

Cuenta que un día fueron a una cancha en barrio Guiñazú un domingo y “allí estaba un nene como de la edad de él, y estaba temblando de frío y él tenía un pullover nuevo que le había mandado mi hermana de Buenos Aires, y me miró a mí y lo miro al chico y fue una luz se sacó el pullover para dárselo al chicó” “yo le dije que qué había hecho y él me contestó que él tenía otros en su casa en vez este chico no” con emoción expresa que de esa manera actuaba su hijo Coqui. 

“Beba” tiene una basta trayectoria de militancia en Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, como tantas madres que fueron a las plazas a pedir por sus hijos y sus nietos arrebatados a manos de los militares genocidas. 

Finalizados los testimonios se pasó a un cuarto intermedio. La próxima audiencia está prevista para el jueves 1 de octubre a las 10 horas con la declaración de nuevos testigos.