Walter Grahovac: Represión ‘para-estatal’ y persecución a la juventud

Durante la última dictadura cívico-militar se llevó a cabo un plan sistemático de persecución y exterminio de personas. Pero el foco estuvo puesto en militantes sociales, muy jóvenes, pertenecientes a distintos territorios como estudiantiles, barriales, o sindicales.

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Walter Grahovac, ministro de educación de la provincia de Córdoba y testigo en el juicio Diedrichs-Herrera.

En las recientes declaraciones testimoniales de Walter Grahovac. Actual ministro de educación del Gobierno de la Provincia de Córdoba. Se logran esclarecer las prácticas ilegales, violentas y antidemocráticas naturalizadas en la década del setenta. 

Luego del Navarrazo (un golpe de Estado policial en la provincia durante febrero de 1974, que derrocó al gobernador Ricardo Obregón Cano y al vicegobernador Atilio López), en Córdoba se vivía en una situación de temor por la represión para-estatal desatada con el Comando Libertadores de América (que luego devino en la Triple A, con personal del ejército y de la policía de Córdoba). En palabras del Ministro: “Tenían por práctica no las detenciones legales, sino las detenciones para-legales que ya se han comentado en los juicios”. 

“Lo menciono porque eso nos llevaba a quienes teníamos este compromiso social”. durante estas palabras hace mención del recuerdo de Miguel Ángel Arias ‘Coqui’ y Luis Soulier. “Si uno tuviese que elegir un hermano yo lo elegiría al Coqui. Funcionábamos un poco así (…) Yo soy profesor de educación física porque a mí me influyó mucho la vida deportiva que compartíamos en la escuela con Coqui” señala. 

El sindicalismo docente 

Luis Soulier fue preceptor de Walter Grahovac en el Instituto Nuestra Señora de Loreto. “Para nosotros era maravilloso, un hombre joven estudiante de medicina. Tenía una capacidad de entendernos y acompañarnos como jóvenes. Luis que era un tipo tan allegado, que siempre estaba para darnos un consejo”, recordó. 

Eduardo Requena, dirigente gremial docente secuestrado y desaparecido en 1976.

Recorrió en su relato la militancia de Luis en el Sindicato de Educadores Privados (Sepacc). “Hay que ponerse en aquella época, en los 70, en un país donde nos acostumbramos demasiado a los golpes de Estado, a la vida en dictadura. Los desencuentros se traducían en lejanías violentas y el desapego al ejercicio de la ley por parte del Estado había sido para los argentinos demasiado frecuente”, caracterizó el Ministro. 

Entre los recuerdos destacó su propia trayectoria gremial y su participación junto a grandes cuadros de la vida gremial en ese momento, como Eduardo Requena (docente y sindicalista reconocido en los 70). Ante las preguntas de la Fiscalía sobre lo que había pasado con Requena. Grahovac comentó que en esos años se había enterado del secuestro del dirigente gremial en un bar de la Avenida Colón, en Miracles. 

El recuerdo de sus compañeros 

Su testimonio fue contundente con respecto a las estrategias y los mecanismos de seguridad de la época: “Nos tuvimos que apartar y cuidar fuera de nuestra casa, de otros parientes hasta saber si nosotros corríamos riesgo. Quiero reconocer que quienes fueron secuestrados nos siguieron cuidando ante la irracionalidad del accionar para-estatal (…) Sabemos que mucha gente que fue víctima no pertenecía a ninguna organización política armada con las cuales supuestamente se había ingresado en un proceso de liquidación y de guerra”, explicó. 

“Debíamos cuidarnos porque no sabíamos qué podía pasar. Eso se incrementó en 1976 porque ahí no hubo nada que detuviese a las fuerzas para-estatales en aplicar represión. Vivíamos una mezcla de alegría de pensar que estábamos ayudando a esta sociedad y de temor por saber que ya había detenidos-desaparecidos, que por hacer una pintada te podían fusilar, luego ‘plantarte’ un arma y decir que había sido en un enfrentamiento”. 

“Si no le hubieran cortado la vida a sus 19 años”, Coqui junto a Luis, Juan Carlos y Adriana “estarían ayudando a construir una mejor democracia y justicia social”.

Expresó que seguramente “si no le hubieran cortado la vida a sus 19 años”, Coqui junto a Luis, Juan Carlos y Adriana “estarían ayudando a construir una mejor democracia y justicia social”. Destacó que nadie puede ni debe ser víctima de la violencia por sus ideas, condiciones religiosas ni condiciones sociales. 

Al terminar su declaración el Ministro comentó: “cuando la escuchaba a la mamá de Coqui, doña Beba, declarando, me enterneció su ausencia de odio y su sed de justicia. Necesitamos seguir adelante con justicia”. 

La lista del Belgrano 

Golofredo Lascano Colodredo, por su parte, denunció en su testimonio la existencia de las famosas “listas negras” en la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano. La confección de la misma estuvo a cargo del interventor designado en ese momento (1976) Tránsito Rigatuso. 

El colegio Manuel Belgrano fu un epicentro de la represión a estudiantes secundarios en los 70.

Recuerda que al colegio le decían “la mercería”, porque vivía cerrado. “Era cierres y botones, porque había ingresado gente de la Triple A. Y porque se pudo cumplir sólo un cuarto del ciclo lectivo debido al cese de actividades. La cuestión política hizo una ‘explosión’ para el 75” ilustró para referirse a la masiva participación juvenil en organizaciones políticas. 

Caracterizó el cambio en el colegio luego de que Tránsito Rigatuso se convirtiera en interventor. “En 1975 el cambio fue radical. Bajo la dirección de Rigatuso, se decía que algunos celadores eran integrantes de la Triple A (la Alianza Anticomunista Argentina, grupo paramilitar con apoyo de las fuerzas armadas)”. 

Otro suceso que relató es del 8 abril de 1976, cuando asume el Teniente Primero de educación física Barceló. Junto a Rigatuso, trae una lista confeccionada desde la  secretaría de la escuela. Ese día se cita a distintos alumnos a dirección, luego se leen los nombres de la lista. En la misma estaba él, Claudio Román y otros compañeros. 

“Nos dan la directiva de que sacáramos nuestras pertenencias y nos retiráramos de la escuela. Se iba a revisar la situación particular de cada uno. El teniente nos dijo que evitaramos comprometer a gente y que no tomáramos contacto con nadie. Yo tenía 16 años en ese momento y nos enteramos de cosas que estaban sucediendo y decidí no juntarme con nadie para no comprometerlos” señaló. Su familia en ese tiempo sufrió varios allanamientos debido a que su madre, Inés Valdez de Lascano Colodredo, había presentado recursos de hábeas corpus por los desaparecidos o detenidos en la Escuela Manuel Belgrano. La Querella a cargo de Claudio Orosz le preguntó si recordaba más nombres en la lista donde él y Claudio Román fueron expulsados. Lascano Colodredo respondió que luego de pasar 44 años su memoria no es tan exacta. Pero que recuerda a Olguín, Nadra, Poleto y Gustavo Torres.

El final que persiste

Luego de ser expulsado, Lascano Colodredo fue aceptado en el Colegio de Las Monjas Azules. “Con Claudio pierdo contacto en febrero de ese año (1976). Mi madre logró que me incorporen a ese colegio. Meses después me hice amigo de un chico que vivía cerca de Román”, detalló. A través de ese amigo en común, se enviaba algunos mensajes con Claudio. Pero un día este amigo le comenta que habían allanado la casa de la familia Román y se lo habían llevado.

“Recuerdo que en La Voz del Interior sale una noticia donde hay un intento de emboscada a un camión del ejército, donde hubo un enfrentamiento y el ejército mata a los atacantes, entre ellos Claudio Román”. La impotencia al saber que su compañero estaba detenido ilegalmente y había sido asesinado “fue algo muy impactante que hasta el día de hoy uno arrastra, son huellas de la vida. Lo tomé con un dolor muy profundo”.

En 2002 se probó legalmente la responsabilidad de Tránsito Rigatuso por confeccionar ‘listas negras’ de estudiantes y docentes del Colegio, entregándolas al jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, Luciano Benjamín Menéndez.

Por último, Lascano Colodredo recuerda un diálogo vía e-mail con el hermano menor de Claudio. “Alejandro me contó lo que fue la odisea de caminar entre cadáveres y encontrar el cuerpo de Claudio y lograr que se los entregaran en la morgue del Hospital San Roque. Cada vez que se tocaba el ‘tema Belgrano’, la medida psicológica era apartarse. Porque el dolor que uno siente hasta el día de hoy por Claudio lo siento y seguiré haciéndolo”. 

Tras un fallo judicial en el año 2002, se probó legalmente la responsabilidad de Tránsito Rigatuso, interventor del colegio entre el 1974 y el 1976, por confeccionar listas de estudiantes y docentes del Colegio, entregándolas al jefe del III Cuerpo de Ejército, Luciano Benjamín Menéndez.