El abogado penalista Claudio Orosz, entrando a la sala de audiencias el día de la sentencia del juicio La Perla - La Ribera. Foto: Sebastián Puechagut.

Se trata de la primera vez que el abogado penalista Claudio Orosz –especializado en Derechos Humanos y con una vasta trayectoria en juicios por Delitos de Lesa Humanidad–, es llamado como testigo en un proceso oral y público de estas características. 

Su testimonio es clave en relación al secuestro y la desaparición de Claudio Román y Gustavo Torres, debido a su participación en el cuerpo de delegados de la escuela Manuel Belgrano y su militancia en la Juventud Guevarista, la agrupación que dependía del Partido Revolucionario de los Trabajadores. 

Orosz aportó a la causa más detalles sobre aquella oscura época, en la que no sólo fueron reprimidos, secuestrados y desaparecidos trabajadores y estudiantes universitarios, sino también jóvenes del secundario. Tanto Torres como Román fueron secuestrados en 1976 cuando apenas tenían 16 años. Los restos de Roldán fueron recuperados por sus familiares, mientras que Torres continúa desaparecido. Ambos forman parte de las 43 víctimas que tiene esta causa.

Tránsito Rigatuso, el interventor “espía” del Manuel Belgrano

Consultado por la abogada Adriana Gentile, quien asumió el rol de querellante durante su testimonio, Orosz comenzó a relatar su vivencia como estudiante de nivel secundario en el Manuel Belgrano, cómo se insertó en la actividad política estudiantil y la relación que tuvo con sus compañeros Torres y Román. 

“En lo que yo llamo la ‘dicta blanda’, del 66 al 73, la Universidad aprobó un plan de estudios progresista y moderno que se implementó como prueba piloto en el Manuel Belgrano. Se nos incentivaba la participación activa en el proyecto educativo y nos solicitaban elegir dos delegados por curso”, empezó detallando el abogado que en ese entonces tenía 12 años, y agregó que él, junto con Torres, Román y varios estudiantes más, iniciaron así su actividad política. 

“Los sábados por la mañana se hacían asambleas, donde yo veía siempre a Gustavo Torres, delegado de curso, y a Claudio Román, delegado de curso. Yo también era delegado de curso”

Para 1973, Claudio Orosz ya militaba en la Política Obrera, hoy conocido como Partido Obrero. Es que, en esos años, la politización en la Argentina era enorme y abarcaba de manera transversal diferentes ámbitos de la sociedad que se veían alertados por los fusilamientos a la FAR, Montoneros y el PRT en la base Almirante Zar en el sur del país (1972), el llamado a elecciones por el gobierno de Lanusse (1973), y el golpe de Estado chileno a Salvador Allende (1973). 

Pero en 1974 las cosas cambiaron para los estudiantes del Manuel Belgrano. Ese año, la interventora es sustituida por Tránsito Rigatuso, “un personaje bastante extraño que se hacía llamar ‘amigo del Che’ ante nosotros, porque habían cursado juntos, pero nunca le creímos”. También ingresaron nuevos celadores, “desconocidos para nosotros y hasta a uno le colgaba una esvástica”, recordó Orosz.  

El contexto

En su testimonio, el abogado también hace referencia al contexto sociopolítico que se vivía en ese momento en todo el país. Con la muerte de Perón, en julio del 74, y la asunción de María Estela Martínez de Perón (Isabelita), cobra poder José López Rega “e intentan prohibirnos la actividad en los centros de estudiantes. Nosotros, incluido Gustavo y Claudio, fuimos resistentes a esto y seguimos con nuestra actividad”. 

Gustavo Torres.

Su actividad como delegados estudiantiles y militantes se enfocaba específicamente en las discusiones de un nuevo reglamento, las amonestaciones, las suspensiones, y diferentes derechos que desde los años 70 formaban parte de las utopías de la época. Esto, “fue aprovechado por Rigatuso para espiarnos”, dijo con seguridad. “Todo ese año lo utilizaron para espiarnos y saber quiénes éramos y dónde militábamos”, agregó.  

El relato de Orosz coincide con lo que, durante la sexta audiencia, Carlos Torres, hermano de Gustavo, relató: “Había muchos reclamos hacia él. En el 75 se vivía un clima muy desagradable. Entrar a la escuela era como entrar a un destacamento policial, decían que había preceptores armados. ‘Zanón’ fue mi preceptor y yo le tenía bastante temor. Me habían dicho que pertenecía a los grupos de Rigatuso. El Chino Segovia fue preceptor de mi hermano, no era querido tampoco”. Lo hizo al testimoniar sobre la desaparición de Gustavo.

Los revoltosos 

“La mamá de Gustavito Torres fue citada en marzo del 75 por Rigatuso para marcarle que su hijo era revoltoso. Mi mamá fue citada, el papá de Fidel Guerrieri fue citado, para decir que éramos revoltosos. Para advertirles que o reconducían nuestras vidas o él se iba a ver en la necesidad de pasar las listas al Tercer Cuerpo de Ejército”, dijo Orosz, haciendo referencia a las “listas negras” que el interventor tenía.

Cabe recordar que esto fue un año antes de la dictadura cívico militar en la Argentina, durante la presidencia de Isabelita, lo que vuelve a confirmar la detallada y minuciosa organización previa que tuvieron los protagonistas del terrorismo de Estado en nuestro país. En estas listas negras, no sólo aparecía la actividad de los estudiantes dentro de la escuela, sino también afuera.

Espiados en la escuela y en el exterior

“Rigatuso a mi mamá no sólo le dijo que éramos revoltosos sino que le marcó que nos reuníamos en Rondeau al 650, donde quedaba el local de Política Obrera”, justificó Orosz. Este relato, marca que durante los años 74 y 75 los estudiantes fueron espiados y anotados en listas negras que, posteriormente, fueron entregadas a las autoridades ya que sus padres fueron citados ese mismo año por la Policía Federal.

Según los datos aportados por la Comisión Provincial de la Memoria de Córdoba, la familia Torres reclamó la desaparición de Gustavo en distintas instituciones del país. En el año 2002, con un fallo judicial, se probó legalmente la responsabilidad de Tránsito Rigatuso, interventor del Colegio durante los años 1974 y el 1976, por confeccionar listas de estudiantes entregadas al jefe del III Cuerpo de Ejército, Luciano Benjamín Menéndez.

La Juventud Guevarista

“Cuando entramos a clase después de que hablaron con nuestros padres, Rigatuso impuso a través de los celadores que no nos podíamos juntar más de tres personas, que no nos podíamos saludar con un beso entre las compañeras, y nos prohibió que en las horas libres bajáramos a la cantina, que era donde funcionaba nuestro centro de estudiantes, donde además teníamos nuestra mesa de pin pon”, detalló Orosz coincidiendo con el relato de los hermanos de Gustavo Torres. 

«La cuestión en aquella época era que había que luchar por el poder, no hablar del poder».

A comienzos de 1975, Orosz, junto con otros compañeros dejaron de militar en Política Obrera para ingresar a la Juventud Guevarista: “nos sirvió mucho, pero era claro que la cuestión en aquella época era que había que luchar por el poder, no hablar del poder. Esa fue la característica de nuestra generación, no ser pragmáticos. Se hablaba de una sociedad más justa, hacerla, no reclamarla”.

Entre las principales agrupaciones estudiantiles que militaban en aquella época en el Manuel Belgrano, se encontraba la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), en la que participaba Claudio Roldán, y la Juventud Guevarista, en la que militaban Claudio Orosz y Gustavo Torres. Por fortuna, tenían intereses en común y una muy buena relación política. Todos querían ir contra Rigatuso. 

“Se nos quería prohibir el centro de estudiantes”

La protesta se puso en marcha el 14 de abril de 1975, cuando una asamblea general trataría el caso de una compañera que encontró a una chica desmayada en el gimnasio de la escuela: “esto nos llevó a que saliéramos en la asamblea contra las patotas de Rigatuso”, contó Orosz. Sin embargo, una contraofensiva terminó llevándolos a una causa penal. 

“Ellos dijeron que en realidad habíamos hecho que se autoflagele para que ella dijera que era Rigatuso y nosotros lo pudiéramos echar”, con este argumento, se le abrió una causa judicial a Orosz y a sus compañeros que no alcanzaban aún la mayoría de edad, y fueron investigados por la Justicia Federal de “actividad subversiva”. En el juicio, cuando le preguntaron a la protagonista cómo había sido el hecho, “dijo cosas incoherentes y tres semanas después nos sobreseyeron”. 

Pero la complicidad de los medios masivos de comunicación, en ese momento Los Principios y El Diario Córdoba, se hizo notar en las primeras páginas, donde publicaron, durante varios días, los nombres de estos jóvenes estudiantes que habían sido engañados por quienes un año después serían los responsables de su persecución y, en muchos casos, desaparición. 

“Ese 14 de abril, también llegaron desconocidos a mi casa y yo ya no pude volver. Mi papá estaba en Europa con mi hermano y su mujer. No tenía donde estar, pero no me podía quedar en la casa de mi mamá porque estos desconocidos no tenían buenas intenciones respecto a mi persona. Encontré refugio en la casa del Dr. Gustavo Roca. Allí estuve hasta que mis padres volvieron de Europa y me llevaron a vivir con ellos”. 

El Día de la Bandera

Otro recuerdo, y para la historia otra confirmación de las listas negras de Rigatuso, fue el Día de la Bandera del 75, cuando el interventor quería mostrar ante la prensa cordobesa que su institución “estaba normalizada”. Para ese entonces, sólo la Escuela de Ciencias de la Información y el Manuel Belgrano permanecían en la lucha estudiantil. “Dada la casualidad que los tres mejores promedios eran integrantes del centro de estudiantes, decide no darnos la bandera, por lo que el cuerpo de delegados organizamos que íbamos a ir al acto y ahí íbamos a hacer una gran asamblea”. 

“Lo vi a Rigatuso haciendo anotar el nombre de cada persona que se subía y hablaba en la asamblea”

Orosz afirmó con seguridad que de ese acto participaron Claudio Román y Gustavo Torres. En la asamblea, que transcurría en simultáneo con el acto, varios estudiantes se paraban fuera de la escuela y daban un discurso. “Lo vi a Rigatuso haciendo anotar el nombre de cada persona que se subía y hablaba en la asamblea”, dijo el abogado. 

“Nos echaron a 25 (…), hubo tres semanas enteras de toma de la escuela, la gran mayoría estaban en contra de Rigatuso. Ahí fue importante la intervención de nuestros padres, hubo una asamblea multitudinaria que exigió que nos reincorporaran”, relató Orosz y confirmó que en ese acto de la bandera se terminó de confeccionar todo el listado de los que participaban y “obviamente ahí empezaron a llamar de la Policía Federal a nuestros padres”. 

Finalmente, en julio de 1976 fue la gran caída de estudiantes secundarios del Manuel Belgrano, entre los detenidos que fueron víctimas de la megacausa La Perla, varios se encontraban en las listas de Rigatuso. 

Noviembre de 1975, el último contacto

El 5 de noviembre de 1975 muere en la clandestinidad el dirigente sindical Agustín Tosco. Su cuerpo fue trasladado a Córdoba capital, donde se realizó el funeral en medio de una movilización obrero-estudiantil que terminó con una grave represión militar. “Ahí nos vimos en la calle con Gustavo y fue la última vez que tuve contacto con él”, dijo Orosz, y confirmó que su amigo y compañero dejó de ir a la escuela y le allanaron la casa. 

Gustavo fue secuestrado la madrugada del 11 de mayo de 1976 desde su casa, en presencia de sus padres, hermanos y abuelos, en barrio Alta Córdoba. Permaneció cautivo en el Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio «La Perla” y aún continúa desaparecido. 

Al final de su testimonio, Orosz relató: “Claudio Torres, el hermano de Gustavo Torres, me cuenta de su secuestro y lo llamativo de que el mismo día que Gustavito había avisado que volvía de Santa Fe, a la noche lo van a secuestrar. Mi cabeza lo relacionó con las intervenciones telefónicas”.

El trágico final

Claudio Román.

Román fue secuestrado en la madrugada del 27 de julio de 1976 de su casa en Paysandú, barrio Residencial América, en presencia de sus padres y sus hermanos. Permaneció cautivo en el Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio «La Perla». Mientras tanto su familia lo buscó incansablemente. Días posteriores a su secuestro, fue sacado de “La Perla” para ser asesinado el 10 de agosto junto a Daniel Héctor Arturo Rodríguez, tras la simulación de un enfrentamiento en las inmediaciones de Camino San Carlos y Circunvalación. 

“Me enteré en el exilio que había sido secuestrado. También me enteré que había aparecido como muerto en un enfrentamiento”, detalló Orosz, quien terminó sus estudios secundarios en Israel. Los restos de Claudio fueron recuperados por su familia de la morgue del Hospital Córdoba y fueron sepultados en el cementerio San Jerónimo de la ciudad de Córdoba.

Desde hace años la comunidad educativa del Colegio Manuel Belgrano reconstruye memorias de estudiantes, docentes y no docentes.

Desde hace años la comunidad educativa del Colegio Manuel Belgrano reconstruye memorias de estudiantes, docentes y no docentes. Con el documental “Belgranenses” propusieron un homenaje a la generación que quisieron desaparecer, entre quienes se encuentra la vida de Gustavo y de Claudio. En el mismo, Orosz tiene un papel protagónico como ex alumno. 

Orosz abraza la causa de los derechos humanos desde hace años, logrando desde el 2008 sentar en el banquillo de los acusados a numerosos represores, entre ellos los principales responsables del genocidio en la provincia de Córdoba. Además, el representante legal de HIJOS (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio), fue impulsor y querellante de la Megacausa La Perla – La Ribera.