Escribamos la historia

0
451

Transcurrimos un año particularmente difícil pero también productivo. Lo despedimos con encuentros virtuales e infinidad de acciones. Nos encontramos en un abrazo simbólico al Espacio de Memoria La Perla, re-editando aquellas caminatas que hacían 20 años atrás nuestras ‘viejas’, rememorando la entrega del sitio a los Organismos aquel 24 de marzo de 2006

Fue un año particular en muchos sentidos, que quedará en la memoria de todo el mundo.. A sólo un año de asumido el nuevo gobierno, pasamos por crisis económicas, sanitarias, judiciales… Algunas de ellas producto de la pandemia mundial Otras, de la destrucción que dejó el gobierno anterior.

En nuestro país rebrotaron intentos desestabilizadores, impulsados por sectores que no pudieron aceptar la derrota de las urnas y apelaron a todo tipo de maniobras antidemocráticas. Entre ellas la mentira y la negación.

Negar ha sido siempre fácil para quienes evitan mirar al otro, al que ven diferente. A ese otro con el que no solo no están dispuestos a compartir. Al que marginan y discriminan, con quien nunca dialogan. Entonces avanzan en sus propósitos valiéndose de teorías conspirativas. El avance en el fortalecimiento de medidas democráticas pone nervioso al sector económico y mediático que construye relatos ficticios de miedo y odio.

Para quienes estamos abocados a la difusión de la lucha contra la impunidad y a la promoción de derechos humanos, trabajar fuertemente en la cobertura de los Juicios construyendo sentidos permite, en ese acto presencial y de escucha, tener la certeza de que eso que escuchamos no sucedió sólo en aquel tiempo. El delito de Genocidio se sigue cometiendo hasta que no se imparta justicia, y su horror sigue teniendo consecuencias en el entramado social todo.

Las consecuencias de esos hechos están signadas por una temporalidad actual, ya que el relato que allí escuchamos remite al trauma vivido no solo para el familiar sino también para quienes presenciamos con la responsabilidad de transmitir un tiempo histórico en presente.

En cada audiencia queda evidenciado que efectivamente el padecimiento de aquellos momentos vividos, dejaron sus marcas. Para escuchar cada testimonio es necesario tomar distancia de nuestra propia marca, pero… ¿Cómo hacerlo sin que atraviese un lenguaje que debe ser periodístico, si nuestra propia subjetividad está atravesada por el mismo espanto?

De eso se trata militar en estos espacios. Atravesar lo subjetivo para cambiar la realidad.

La mejor estrategia es entender desde dónde escuchamos. Y para qué lo hacemos.

Sin duda existe la herramienta profesional, pero así y todo resulta complicado en un contexto hostil, donde los medios hegemónicos y parte de la sociedad emiten discursos neo-fascistas con alta carga de violencia o actos como los ocurridos en nuestra provincia, donde una facultad (de Derecho) pretende distinguir con título de “profesor emérito” a cómplices de la dictadura, o se realizan marchas en favor y defensa de una corte corrupta. No obstante, pudimos como desde hace 12 años, cumplir con el objetivo de difundir una historia presente.

En la medida en que no podamos de-construir la historia para no naturalizar el horror, existirá para todos una realidad ficticia. Corremos el riesgo de escuchar medios mintiendo sin que se nos erice la piel o discursos de senadores y diputados que apelan a la figura de «dictadura» para referirse a Venezuela, o hablan de «comunismo» cuando mencionan medidas populares. Estas palabras o frases son significantes peligrosos para el imaginario social. Y no son ingenuas.

Hay una sola salida para evitar el miedo, el odio y la parálisis social. La unidad, pero no con cualquiera. Sólo con aquellos que aún se espantan con el hambre, con la desigualdad con la pobreza, con la injusticia y que están dispuestos a poner el cuerpo desde el lugar que sea, teniendo claro para qué y hacia dónde.

Contar, reconstruir, difundir, es nuestra manera de pensar el futuro, como una línea histórica trazada con hechos que ocurrieron en un pasado siniestro y al que debemos retornar para recuperar las memorias y recién a partir de ellas, armar un modelo de país que sea capaz de reencontrarse con un pasado de ausencias presentes.

Porque los Juicios, no el poder judicial, son los que ponen el pasado en palabras. Y son ellas, las palabras puestas a andar, las que dan sentido a esas ausencias. Ponen en presente aquel militante, aquel hijo, ese compañero, aquel adolescente que fue parte de un colectivo donde no fue uno más.

Este trabajo militante pone a prueba la importancia de la construcción colectiva de la historia, la que no se completará hasta que la sociedad y el pueblo definan qué historia tomar.

“Si la historia la escriben los que ganan”… Queremos ser nosotros quienes la escribamos con Memoria Verdad y Justicia.